Encalado de los arboles
Por José Grassia. Nov 2019
¿Por qué se pintan
los troncos de árboles y palmeras con cal?
No es simple
responder esta pregunta. Hay muchas vertientes donde abrevar para su análisis y
tratar de hallar respuestas. Intentare ser ordenado en la exposición de los
antecedentes y consideraciones
Antiguamente
algunos pueblos utilizaban el polvo presente en el suelo como repelente de
insectos, quizá viendo el comportamiento de aves y mamíferos que acostumbraban
darse "baños de polvo" para quitarse insectos y parásitos (Ebeling,
1961).
Los primeros casos
documentados sobre el empleo de “polvos” datan de alrededor del año 2000 a.C. y se refieren al
control de plagas con tierra de diatomeas (Diatomita) en China (Allen, 1972).
En Egipto (1500 a.C.), se utilizó
carbonato sódico y cenizas para controlar las plagas en los granos almacenados,
a través de un sistema de aplicación y que fuera registrado en forma escrita
(Panagiotakopulu et al., 1995).
En el siglo I d.C.,
se utilizó el polvo de piedra caliza (carbonato de calcio) para controlar
insectos en el grano almacenado y, posteriormente, alrededor del siglo III, se
incorporó a estas prácticas, reactivos en forma de polvos no inertes, como
hidróxido de calcio (cal apagada) y el azufre (Secoy & Smith, 1983), a los
que se sumó también el óxido de calcio (cal viva). Estos polvos fueron
utilizados como insecticidas domésticos y agrícolas durante los siglos XVII al
XIX, junto con el polisulfuro de calcio (Ordish, 1976).
Lo antes dicho,
justifica las costumbres europeas de pintar los troncos de olivos y otros
árboles frutales en la suposición de que la cal refleja mucho la luz y por
tanto el calor, evitando que la corteza del tronco sufra daños serios al
resquebrajarse.
Por eso se blanquea sólo la parte baja,
precisamente la que recibe más castigo y en especial la subida de la hormiga
negra al árbol, muy dañina en los manzanos, no por ella misma, sino porque hace
de "guardaespaldas" de los pulgones que se alimentan de la savia,
protegiéndolos de mariquitas y otros insectos, a cambio se alimenta de los
azucares segregados, en una perfecta simbiosis.
Estudios realizados
en México muestran que el principal efecto beneficioso tiene que ver con la
temperatura. La reflexión de la luz solar evita grandes variaciones en la
temperatura interior del tronco evitando que se cuarteen y, a su vez, que los
parásitos entren por dichas heridas. Así, en siembras de árboles frutales, se
ha observado una mayor producción en los árboles pintados de blanco, frente a
aquellos que se mantuvieron en estado natural. Es menester destacar que los
mencionados estudios se refieren a pinturas al LATEX y no en base de CAL.
En la historia de
la colonización de las pampas del sur de Argentina, época de malones y
fortines, el blanqueo de edificios, ranchos, tranqueras, alambrados y por qué
no, los árboles, era una forma de mantener ocupados a los “milicos” y controlar
la plaga de piojos, chinches, pulgas, garrapatas y “vinchucas” (Triatoma
infestans) trasmisora del mal de Chagas, aunque en esa época no se la
reconociera como tal.
Teniendo en cuenta
que el principal material (por no decir el único) para la construcción de
fortines y viviendas rurales era el adobe, (barro con paja secado al sol),
techados con paja, las grietas, poros y orificios era refugios y nidos de
insectos y parásitos varios.
Se acostumbraba
entonces alisar las paredes de adobe con barro para dar mejor aspecto y tapas
grietas y agujeros. Estos improvisados revoques se impermeabilizaban con cal
para lograr mayor duración ante la humedad producto de la lluvia.
En consecuencia, la
cal se utilizaba como material impermeabilizante y como insecticida-fungicida,
De aquellas épocas
quedo en nuestro país la costumbre de pintar con cal los árboles y cercas
siguiendo la premisa instalada de que “todo lo que se mueve se saluda y lo que
está quieto se pinta”. Costumbre que aún se conserva en algunos cuarteles.
También por
aquellas épocas, cuando la iluminación rural y urbana era muy pobre o
inexistente, pintar árboles y cercas de blanco, era una forma de verlos mejor
de noche y evitar accidentes al transitar con caballos y carruajes
Ahora bien, pintar
los troncos de árboles y palmeras con cal acarrea más problemas que beneficios.
El hidróxido de
calcio (cal apagada) que se utiliza normalmente para pintar los troncos de las
palmas llega al suelo por lixiviación, es decir, el agua de lluvia lo arrastra
hasta el suelo. Esto produce un aumento del pH del suelo afectando la normal
absorción de minerales por las raíces. Uno de los minerales afectados es el
hierro, indispensable en la formación de pigmentos fotosintéticos, llegándose a
producir un amarillamiento del follaje por la denominada “clorosis inducida por
cal”.
La incorporación al
suelo de la cal de la pintura del tronco, sumado a terrenos arcillosos de
drenaje regular a malo puede producir también la imposibilidad de la palma de
absorber el Magnesio y el Manganeso generando así una deficiencia de
macronutrientes que trae aparejado deformaciones en las nuevas hojas de las
palmas, patología denominada “fizzletop”, hojas cloróticas, débiles y reducidas
de tamaño, especialmente en épocas frías (Broschat T.K. 2005)
Por otra parte,
esta cal está taponando unas estructuras denominadas lenticelas, que son como
las estomas de los troncos, es decir, por donde el tronco “respira”,
intercambiando gases con la atmosfera.
En rigor a la verdad, la cal apagada (hidróxido de calcio) puede actuar
como fungicida. Para ello habría
que pintar todo el tallo y ramas (primarias y secundarias), para que el
beneficio fuese casi total. Sin embargo, en la región de Bordeaux (Francia), el químico
bordelés Ulysses Gayon y el botánico Alexis Millardet en 1880, descubrieron que
neutralizando sulfato de cobre (20%) con oxido de calcio (cal viva) obtenían un
producto de excelentes propiedades fungicidas para el tratamiento de las vides
de la región. Así obtuvieron el "caldo bordelés", usado por más de un
siglo y que desde hace mucho tiempo, se comercializa como polvo bordelés (polvo
mojable) con óptimos resultados.
Desde el punto de
vista ornamental, pareciera que las alineaciones y grupos de árboles y palmeras
pintadas de blanco se asemejan a los niños con sus blancos uniformes escolares,
dando una sensación de orden y prolijidad y que alguien se ha ocupado por
hacernos más grata la vida. Todo vuelve a estar en orden: los niños de blanco,
los arboles pintados y la basura barrida.
Sin embargo, nada
más lejos de la realidad.
Quien podría hallar
un blanco tronco más bonito que esas cortezas rugosas de los ancianos árboles,
los múltiples colores de un Eucalyptus deglupta (Eucalyptus
arcoíris), o el marmolado de un Crespon (Lagerstroemia indica) o la espinuda
barriga de un Palo Borracho (Ceiba sp) o la verdosa corteza de un Brea
(Cercidium praecox).
¿A
quién se le podría siquiera ocurrir pintar los tallos de las palmeras?
Como
perder la belleza del estípite anillado de las Kentias (Howea forteriana) o la
majestuosidad del columnar e imponente gris de una palma imperial (Roystonea
sp)
O el
blanco natural de Dypsis lastelliana con su capitel rojizo o la delicadeza de
cocotero (Cocos nucifera) o la barriga de la Mascarena (Hyophotbe lagenicualis)
Ni hablar siquiera
de las palmeras que conservan en sus troncos los restos de las vainas foliares
dando aspecto de piña como la palma canaria (Phoenix canariensis) o la
magnífica espiral formada por los restos en Copernia prunifera o Copernicia
alba (carandaí), La geometría de un tronco de Archontophoenix sp (Seaphortia)
es incomparable y la fortaleza de una Butia no nos permite imaginarla pintada
de blanco
Debemos concluir
entonces que el blanqueado en la base del tronco no trae ningún beneficio para
árboles y palmeras, por el contrario, esconde su textura, su color y su
tonalidad.
Desde el punto de
vista estético se trata de una práctica costosa e inocua, ya que rompe el
aspecto natural de la vegetación, convirtiendo a los jardines, parques y
arbolado de vías públicas, en objetos artificiales. Por esta misma razón las
piedras naturales no deben ser pintadas.
Las personas que se
encuentran mal informadas pueden confundir la pintura de los troncos con imagen
de limpieza; esto no es verdad ya que el color, aspecto, textura y las
estructuras externas de los troncos, que se observan es por la presencia del
follaje, la floración y la fructificación, que además de ser elementos
decorativos de árboles, palmeras y tambien de otras plantas, son características que muchas
veces, permiten la identificación y la clasificación de las mismas.
Respetemos,
conservemos y defendamos nuestro patrimonio natural.
Arboles nativos encalados
Cocoteros pintados de blanco
Mascarena encalada Mascarena natural
Dypsis lastelliana Kentia, Howea forsteriana
Seaphortia Palma canaria